Capitulo dos:
Esto de los jardines me hizo acordar a un lugar que trabaje.
Mi primer trabajo como maestra. Era un jardín chiquito con solo dos maestras y
yo las ayudaba. El primer día hubo un cumpleaños de un nene y yo moría por comer los chizitos y palitos
que habían traído los padres, pero no lo hice, porque me pareció que no quedaba
nada bien. En las horas de trabajo suelo tener más hambre que cuando estoy en
casa. Un día la maestra de la sala de arriba me pidió que le cuide a los chicos
y se fue probablemente a pavear. Ella odiaba la profesión, creo que también a
los chicos. Daba clases sentada y tomaba gaseosa para pasar el mal trago de
estar en un lugar que no quería. Yo todavía no conocía esas canciones que se
cantan en los jardines, con diminutivos y animales personificados. Entonces se
me ocurrió cantarles yo quiero a mi bandera de Sumo… de paso les nombraba a la
mamadera que seguro a todos les era muy familiar. Fue ahí cuando ella entro y
me miro con los ojos bien abiertos. Desde ese día supe que ella me catalogaba
por loca, o no muy normal. De hecho cuando deje de trabajar en ese lugar, me
entere que ella dijo que yo no coordinaba mucho. Me pareció gracioso. A mí me
importaban esos chicos, sus opiniones, y deseaba que les toque algún día una
maestra que los hiciera pensar. Cuando venían a decirme algo yo los escuchaba,
y ella les decía no me vengan con cuentos y los mandaba a sentarse. A veces la
gente cree que lo normal es lo que está bien. Yo creo en lo absurdo y lo ridículo.
Tengo cara de prolija y eso engaña. En los jardines se habla
mucho de dominio de grupo como un don de la persona. O lo tenés, o no lo tenés.
Simplificado con mis palabras es si gritas lo suficiente como para que los
chicos te hagan caso y hagan lo que vos querés, cuando vos querés. Un poco de abuso
de poder para mi gusto y un poco de represión, que sé que es necesaria (solo la represión, el abuso de poder no) porque
si todos hacemos lo que queremos sería un caos constante. Yo no sé si tengo ese
don, pero tengo otras cosas buenas.
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