miércoles, 26 de noviembre de 2014

Leyendo Las primas de la Venturini pensé un montón de cosas. Una de ellas fue un recuerdo que tenía sobre una tarde en la casa de la abuela. Estábamos con mi prima en su cuarto que quedaba entre medio de la casa de mis tíos y la casa de la abuela. En la mitad de la escalera. Una tarde nublada… fea. Fue así que la visitó su amiga del colegio, Silvina. Por alguna razón yo tenía una referencia acerca de su persona. Mi mamá decía que era de la familia de “Los Gimenez”. Para ese entonces me impacto esa chica. Hablaba raro, como si tuviera algún problema, no puedo describir de que tipo, porque en ese momento yo era chica también y no me di bien cuenta. Pero lo que me quedó grabado es que decía muchas palabras que nosotras jamás usábamos. Por ejemplo dijo varias veces la palabra concha o conchuda, ahora se me vienen un montón de palabras, que ya para esta altura me parecen normales y las he escuchado miles de veces, pero en ese momento me quedo una sensación horrible de verla como modulaba mal la lengua, tenía unas cachetes gordos, alargados, y canchera y a la vez un posible retraso. Es poco lo que puedo sacar en limpio ahora de esa tarde. Con el paso del tiempo veo las cosas diferentes, a lo que iba es que las descripciones de Yuna, la protagonista de la novela, me trajeron la cara de Silvina a mi mente. 

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