jueves, 27 de noviembre de 2014

Capitulo uno:

Otra cosa que pensé fue que la persona no es buena para hablar quizás y sabe pintar, o son malos para las cuentas y les va bárbaro en algún deporte. Yo todavía no encontré eso que habla de mí. Lo fui buscando todos los días de mi vida. Hice un tiempo de guitarra criolla y jamás conseguí que sonara, me iba con dolor de dedos y una frustración que me hizo pensar que los instrumentos no eran para mí. Pinte sobre tela y cuando volví a ver las pinturas que calcaba unos años después, note una desprolijidad característica mía. Hice danzas y me enojaba no ser naturalmente elástica, tenía un poco de gracia, lo admito, pero no la suficiente para dedicarme a eso. Fui a vóley y la verdad fue en lo que peor me iba, me dolían las palmas de las manos y las muñecas del lado de adentro cuando volvía a mi casa. Cuando terminé la escuela me decidí por estudiar psicología, pero me pareció poco y quise a la vez hacer el profesorado de maestra jardinera. Los niños fueron mi debilidad por mucho tiempo, pero nadie quería que yo hiciera los carteles o recortara porque otra vez mi desprolijidad tomaba el papel protagónico. Y en los jardines tener fea letra o no cortar derecho es mala palabra. Termine las carreras, académicamente hablando. Sigo buscando algo que hable de mí. Creo que la gente cree que soy simpática, pero es solo una formación reactiva de mi timidez. Claro, en psicología se habla mucho de formaciones reactivas… las explicaría pero estoy cansada.

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