Mientras doy clases.
voy corriendo,
agarro libros y hojas
todo en el bolso
me olvido si corregí o no
seguro que si,
hace varios días,
ni bien lo vi.
Me hago pis,
porque no fui
antes de salir.
Era esta cuadra,
u esta otra.
Hay muchos colegios por aquí
no vale de nada
una referencia
de un bajito.
Se que dice cualquier cosa
para quedar más alto.
Llego con calor
y el corazón a mil.
ni que tuviera que salvar una vida.
soy asi.
avisé que me perdí.
para qué, no sé.
Arranco con el tema de hoy
lo pensé ayer.
hoy no me cabe.
Ya fue.
uh donde estacioné.
nena
viernes, 17 de abril de 2015
Hubo un tiempo donde me abandoné a escribir, pero no en papeles o en computadoras. Escribía en mi mente, todo lo pensaba en prosa, lo miraba con ojos de metáfora y para mis oídos todo sonaba a novela moderna, de algún escritor latinoamericano. Cuando llegaba el momento de compartirlo se me olvidaba y la vida se me convertía en libro en silencio. No quería hablar hasta no haberme descrito la imagen desde afuera y que sonara bien.
Una vez fui a un psicoanalista que se le ponían los ojos vidriosos mientras le hablaba. Yo pensaba, se estará emocionando con lo que le cuento, o simplemente tiene sueño. Ante la duda le dije que quería dejarlo, su ego no lo soportó y me dijo que parara de dejar a la gente. Es raro querer para siempre,le contesté, le dejé el dinero y no quise volver nunca nunca más.
yo ahora quiero para siempre. Así terminaba mi libro y mi mente.
Una vez fui a un psicoanalista que se le ponían los ojos vidriosos mientras le hablaba. Yo pensaba, se estará emocionando con lo que le cuento, o simplemente tiene sueño. Ante la duda le dije que quería dejarlo, su ego no lo soportó y me dijo que parara de dejar a la gente. Es raro querer para siempre,le contesté, le dejé el dinero y no quise volver nunca nunca más.
yo ahora quiero para siempre. Así terminaba mi libro y mi mente.
jueves, 1 de enero de 2015
Querida Tia:
No se si mi carta anterior te habrá llegado y con esto de la huelga del correo no me animaba a escribir, ahora que se solucionó espero que esta te llegue.
En la mia anterior te contaba que fuimos a buscar a la nenita, ahora ya tiene seis meses, está tan hermosa, es morochita como Hugo pero tiene unos hojos hermosos. ya nos conoce muy bien. Juega mucho con Carolina y de paso me la entretiene, pero en realidad se porta bien. Logicamente tengo mucho más trabajo, entre pañales, las comidas y demás no me queda mucho tiempo libre en el día, pero estamos tan contentos. Sobre todo Carolina, mañana hace tres meses que la tenemos. Para el 8 de julio la vamos a bautizar, porque vienen los padrinos de La plata, que son Maria del Carmen y el novio, ya que la tenemos gracias a ellos.
Mi mamá hace como con Carolina va a quedar se con ella haci puedo llevar a Caro a dibujo y aprovecho para ir al centro o a hacer compras. o sino salimos los cuatro, porque Hugo me compró un fiat 128. POrque para buscar a Caro a la escuela hay días que hace mucho frío, entonces la abrigo bien, la cargo en el auto y salimos
ustedes como estan, que desde el verano pasado no tengo noticias, supongo que tendrás mucho trabajo.
Mi papá ya no trabaja con el tio Daniel, ahora trabaja en el Club Alem, hace la cobranza y está en la secretaría le con viene mucho más y no handa subiendo escaleras.
Tia dale nuestros cariños a todos en tu casa, y cuando tenga fotos de la nena te las voy a mandar para que la conozcan.
Cariños a todos. Susi
jueves, 27 de noviembre de 2014
Capitulo dos:
Esto de los jardines me hizo acordar a un lugar que trabaje.
Mi primer trabajo como maestra. Era un jardín chiquito con solo dos maestras y
yo las ayudaba. El primer día hubo un cumpleaños de un nene y yo moría por comer los chizitos y palitos
que habían traído los padres, pero no lo hice, porque me pareció que no quedaba
nada bien. En las horas de trabajo suelo tener más hambre que cuando estoy en
casa. Un día la maestra de la sala de arriba me pidió que le cuide a los chicos
y se fue probablemente a pavear. Ella odiaba la profesión, creo que también a
los chicos. Daba clases sentada y tomaba gaseosa para pasar el mal trago de
estar en un lugar que no quería. Yo todavía no conocía esas canciones que se
cantan en los jardines, con diminutivos y animales personificados. Entonces se
me ocurrió cantarles yo quiero a mi bandera de Sumo… de paso les nombraba a la
mamadera que seguro a todos les era muy familiar. Fue ahí cuando ella entro y
me miro con los ojos bien abiertos. Desde ese día supe que ella me catalogaba
por loca, o no muy normal. De hecho cuando deje de trabajar en ese lugar, me
entere que ella dijo que yo no coordinaba mucho. Me pareció gracioso. A mí me
importaban esos chicos, sus opiniones, y deseaba que les toque algún día una
maestra que los hiciera pensar. Cuando venían a decirme algo yo los escuchaba,
y ella les decía no me vengan con cuentos y los mandaba a sentarse. A veces la
gente cree que lo normal es lo que está bien. Yo creo en lo absurdo y lo ridículo.
Tengo cara de prolija y eso engaña. En los jardines se habla
mucho de dominio de grupo como un don de la persona. O lo tenés, o no lo tenés.
Simplificado con mis palabras es si gritas lo suficiente como para que los
chicos te hagan caso y hagan lo que vos querés, cuando vos querés. Un poco de abuso
de poder para mi gusto y un poco de represión, que sé que es necesaria (solo la represión, el abuso de poder no) porque
si todos hacemos lo que queremos sería un caos constante. Yo no sé si tengo ese
don, pero tengo otras cosas buenas.
Capitulo uno:
Otra cosa que pensé fue que la persona no es buena para
hablar quizás y sabe pintar, o son malos para las cuentas y les va bárbaro en
algún deporte. Yo todavía no encontré eso que habla de mí. Lo fui buscando
todos los días de mi vida. Hice un tiempo de guitarra criolla y jamás conseguí
que sonara, me iba con dolor de dedos y una frustración que me hizo pensar que
los instrumentos no eran para mí. Pinte sobre tela y cuando volví a ver las
pinturas que calcaba unos años después, note una desprolijidad característica mía.
Hice danzas y me enojaba no ser naturalmente elástica, tenía un poco de gracia,
lo admito, pero no la suficiente para dedicarme a eso. Fui a vóley y la verdad
fue en lo que peor me iba, me dolían las palmas de las manos y las muñecas del
lado de adentro cuando volvía a mi casa. Cuando terminé la escuela me decidí
por estudiar psicología, pero me pareció poco y quise a la vez hacer el
profesorado de maestra jardinera. Los niños fueron mi debilidad por mucho
tiempo, pero nadie quería que yo hiciera los carteles o recortara porque otra
vez mi desprolijidad tomaba el papel protagónico. Y en los jardines tener fea
letra o no cortar derecho es mala palabra. Termine las carreras, académicamente
hablando. Sigo buscando algo que hable de mí. Creo que la gente cree que soy
simpática, pero es solo una formación reactiva de mi timidez. Claro, en
psicología se habla mucho de formaciones reactivas… las explicaría pero estoy
cansada.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Leyendo Las primas de la Venturini pensé un montón de cosas.
Una de ellas fue un recuerdo que tenía sobre una tarde en la casa de la abuela.
Estábamos con mi prima en su cuarto que quedaba entre medio de la casa de mis tíos
y la casa de la abuela. En la mitad de la escalera. Una tarde nublada… fea. Fue
así que la visitó su amiga del colegio, Silvina. Por alguna razón yo tenía una
referencia acerca de su persona. Mi mamá decía que era de la familia de “Los
Gimenez”. Para ese entonces me impacto esa chica. Hablaba raro, como si tuviera
algún problema, no puedo describir de que tipo, porque en ese momento yo era
chica también y no me di bien cuenta. Pero lo que me quedó grabado es que decía
muchas palabras que nosotras jamás usábamos. Por ejemplo dijo varias veces la
palabra concha o conchuda, ahora se me vienen un montón de palabras, que ya
para esta altura me parecen normales y las he escuchado miles de veces, pero en
ese momento me quedo una sensación horrible de verla como modulaba mal la
lengua, tenía unas cachetes gordos, alargados, y canchera y a la vez un posible
retraso. Es poco lo que puedo sacar en limpio ahora de esa tarde. Con el paso
del tiempo veo las cosas diferentes, a lo que iba es que las descripciones de
Yuna, la protagonista de la novela, me trajeron la cara de Silvina a mi mente.
Los bebés son raros. Son lo máximo, el mejor momento de la
raza humana. Hasta que se hacen grandes y pierden su ternura, ya no queda bien
la panza, los rollitos en los brazos y la pelada. Yo quiero que mi bebé no
crezca, pero sí que hable, lea, y disfrute de ir al teatro conmigo. Un bebé que
haga todo eso sería el bebé más raro. Su magia está en ser hermoso sin hacer
nada. Pongo música, lo abrazo fuerte y bailamos mientras pienso que son los
años más felices de mi vida. Solo pasaron tres meses, pero yo creo que ya hace
muchos años soy su mamá. El embarazo duro tres años, y no voy a trabajar desde
hace como diez. El tiempo es mentira.
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